FLOR DE LUFFA

 Aún nos queda alguna calabaza en la huerta y ya estamos pensando en cómo plantear la siguiente temporada. La huerta es una representación, a pequeña escala, del ciclo de la vida. 

    La huerta tiene la capacidad de crear paciencia, donde el tiempo se detiene y te serena. Las cosas tienen su momento y la huerta te lo enseña. La tierra, el abono, la siembra , el barbecho. El riego y las estructuras para las plantas trepadoras.

    Es uno de los mayores placeres de los pueblos: escuchar las hojas mecidas por el viento mientras trabajas , el sonido del arroyo, los pájaros y su trajín según el momento del día. La conexión con los que somos y lo que fuimos. Cultivar el alimento propio es mantener la esencia de ese conocimiento. 

    Los insectos nos indican qué plantas les resultan más apetecibles; por ejemplo, las luffas son las favoritas de los abejorros negros, que desaparecen dentro de sus flores amarillas en busca del néctar, volando a la siguiente flor  impregnados en polen.  Nos esforzamos porque la huerta sea atractiva para los polinizadores, porque en su búsqueda , nos regalan el éxito en la cosecha. Cada hilera de plantas está acompañada de macizos de flores : los tagetes, o clavelones , como se conocen por aquí. En ellas tuvimos la suerte de observar a la espectacular mariposa esfinge colibrí, un privilegio para la vista . 

Luffa XXL

   Los márgenes del terreno están salpicados de plantas aromáticas : ajedrea, melisa, romero, aunque en nuestra observación, la más exitosa en atraer insectos , es la lavanda angustifolia , donde sus floraciones son una auténtica fiesta de polinizadores . Mariposas, abejas, avispas, avispones, abejorros: todos llegan al festín de las flores. Otros de nuestros vecinos más fieles pasean entre las hortalizas devorando pulgones: las mariquitas.  La presencia de cada insecto nos muestra la salud del entorno. 

   No nos olvidamos del suelo , puesto que su gestión es esencial : no usamos pesticidas de ningún tipo, ni mallas plásticas para evitar el crecimiento de la hierba , la cual se controla a mano y regresa al suelo como abono verde , siendo una protección contra la pérdida de humedad. 

   Así pasan las semanas y crecen las luffas, las esponjas naturales y vegetales respetuosas con nuestra piel y con el medioambiente, evitando microplásticos en el agua, cultivadas en la Sierra de Segura, sin químicos y de forma tradicional.   Las que tienen un tejido más fuerte pueden usarse como estropajo, haciendo más sostenibles tanto el baño como la cocina.

FLOR DE LUFFA

   Para quien cultiva queda observar, reflexionar y aprender, desde el respeto por el medio y la biodiversidad que lo habita, incluyéndonos a nosotros , a nuestras hijas, con las que redescubrimos el mundo, y por supuesto, a nuestras perritas, que ponen cara de huerta y no se les quita hasta el día siguiente .